jueves, 5 de marzo de 2020

BIENVENIDOS !!

Una expedición a la montaña es una aventura, un reto que se hace uno mismo, la caracteriza lo imprevisible y lo incierto.
Expuestos a los elementos de la naturaleza y al aislamiento, contactaremos frontalmente con la insidiosa y persistente hostilidad de la atmosfera, el clima y la orografía de las grandes formaciones rocosas y glaciares. Junto con la ventisca helada recibiremos un severo impacto emocional que afectará nuestra percepción y capacidad de juicio en medio de extenuantes esfuerzos, deberemos progresar en la incertidumbre con recursos limitados, sin contar con asistencia o ayudas de terceros.
Prevemos condiciones de adversidad apremiante como marco del proceso de toma de decisiones, con alto riesgo y factor tiempo desfavorable, teniendo seriamente presente, en nuestro horizonte, la posibilidad de un accidente que nos lastime y/o arrebate la vida o la de nuestros camaradas.
Las montañas nos han quitado y nos han dado, aun así volvemos una y otra vez a ellas, inspirados en ciertas tradiciones de tiempos inmemoriales, por simple curiosidad o arrogancia. La preparación es extensa y sacrificada y las herramientas que implica -cuerdas, clavos o botas de nieve-, son solo accesorios, el nudo del montañismo está más allá de los instrumentos, la técnica, la cosmética o la estética del lugar, se despliega dentro de cada uno de nosotros, siendo el ascenso más significativo el que lleva a las cumbres de uno mismo.
Pocos aceptamos salir del mundo conocido de las rutinas de la urbanidad, que implican seguridad, estabilidad, previsibilidad y confort, aunque muchos soñamos con ser aventureros desde nuestra niñez.

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